miércoles, 22 de octubre de 2014

Cuando éramos reyes

Ser rey no es fácil. Requiere una responsabilidad de la hostia y una habilidad para petarlo, que se dice ahora, por encima de lo normal. Y está claro que no éramos normales. Primero toca definir lo que es un rey. Si has pensado en Juan Carlos I, error, si has pensado en Felipe VI, error, si has pensado en Ramoncín, error y eres un cutre y más viejo que la sábana santa.

Un rey es alguien que durante un momento determinado lo fue todo, pero todo todo todo, y ahora ha acabado en dos contextos diferentes: O no es nada y comenta noticias en los periódicos llamando facha o rojeras a cualquiera que aparece y sale en la tele pidiendo a gritos que le ejecuten, o es Übertodo y se la suda todo tanto que se ha pasado la vida y sólo aspira a vivir de lo que cultive en su pequeño huerto, retirado de un mundo que ya ni le pertenece ni le merece.

Esta es nuestra verdad, esta es nuestra yihad, esta es nuestra vida. Hijos míos, esta es la historia de cuando éramos reyes.

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